25.8.09

“Si el Sol es el más importante de los canales de televisión, entonces la playa es su programa de mayor éxito”.



J. G. Ballard

30.12.08

Parecen bailar mis dedos

Se infla el pecho, suben mis hombros, se endereza la columna y… suspiro.
Miro el cielo a través del vidrio de esta habitación ajena. Es de noche, no se si el viento me perdonara los silencios, no se si la estrella bajara hoy a tomar un mate sin azúcar.
Vuelvo la mirada a ese piso, a ese mueble, a la ropa y el cuadro que no entiendo, y nada me pertenece y… suspiro. Miro el espejo y sonrió, me siento tonta por hacerlo y vuelvo a sonreír pero ahora avergonzada de mi, de vos, de todo. Y quiero hablar, cantar, gritar, y no hay quien me escuche y… suspiro. Apoyo mi cuerpo, me recuesto sobre el respaldo de la silla, también ajena. Estiro los brazos, parecen bailar mis dedos. Y así me quedo un rato y pienso sin gestos, y miro sin mirar, titubeo tu canción y… suspiro. Me recuesto sobre la cama, me tapo de la luz que molesta y sueño hoy, sueño mañana. Inflo el pecho, levanto los hombros y… suspiro.

29.12.08

Alguien especial

Hace ya varios días que estoy intentando representar en papel todo lo que sentí esa noche. Escribo, borro, y vuelvo a empezar. Y no, no logro, no consigo que mis palabras expliquen todo es que me hiciste sentir.
Ahora me encuentro otra vez en mi cama, en esa misma cama donde nos dijimos tanto (y no digo todo porque siempre hay mas), donde nuestros cuerpos se unieron en nuestro amor tan puro y verdadero.
Y ahora no quiero, no quiero estar sin vos. Mi piel te desea, te piensa. Extraña tus manos que la rozan con ternura, tu cuerpo, tus piernas enredadas con las mías mientras nos recorremos cada parte con los labios. Y nos ahogamos, en un gemido sordo, lleno de placer, de amor, de todo esto que sentimos representado en mi cama que ya es nuestra.
Te siento, acá, conmigo, te recuerdo entrando en mi cuerpo, tomándome las caderas, besando mis manos mientras me miras a los ojos y yo, tan tuya, me enamoro de ese momento, de vos, de esto.


¿Estas ahí? Pregunto.
Siempre estoy. Contesto él y ella sonrío.

27.12.08

¿Porque?

Porque pesa tu recuerdo en esta burbuja escarlata
Porque miro fotos viejas y le sonrío a la nostalgia
Porque el libro no termina
Porque mi fin no tiene punto y a parte
Porque siempre que quiero puedo
Porque quise y no pude odiarte

Te doy la mano

Si no siento es porque duele
Si te doy la mano.. ¿la agarras fuerte?
Todavía temo a la oscuridad
Todavía me abrazo a la almohada
Todavía quiero el mimo de noche

Aun espero un “te quiero”
Quizás el bosque no sane
Quizás el mar se valla lejos
Quizás tenga 3 años algún día
Quizás todo lo que escribo se lo lleva el viento…

Telaraña

La estantería de recuerdos es inmune a las telarañas
Los pájaros tiene “mute” y la lluvia no para
Te regalo un pensamiento, te invito una caricia
Te sirvo de mis sueños mientras nos cuenta un cuento la tardecita
Ese cuento huele a tierra
Una tierra que siembra olvidos
Un olvido que me visita
Un sueño de anteayer pasado mañana
Un cielo que dibuja las espinas
Una rosa vagabunda que me habla de vidas, que se sienta en mi regazo y me cuenta ese cuento que ya sabia

Ahí, donde no hay


Camina y camina, y el sol ya no esta, ya no lo acompaña. La luna le es indiferente, quedaron peleados despues de la ultima noche que ella no quiso contarle un cuento de insomnios. Los pies canzados de trotes rutinarios se posan en aquella piedra donde toma un descanso, ni largo ni corto, y sigue caminando. La sed no lo agota y el calor se transforma en viento de verano, y este se convierte en tormenta, llega la lluvia. Él sonrie sin razón, y es feliz, y camina y canta bajo las gotas saladas. Canta canciones olvidadas por aquellos que viven sin tiempos, con relojes y segunderos. Sueña con castillos y princesas, con caballos blancos y alcones malos. Quiere quedarse ahi, en donde puede escapar, en donde no hay dedo acusador, no hay siestas, no hay lagrimas, no hay tristezas.

25.12.08

Salir a gritar


Escondida tras una armadura de risa y permanente buen animo, ella esta cansada. Es sensible al dolor, el mas mínimo destello de tristeza la hunde, la encierra entre paredes con espinas y clavos… Quiere ser mujer, pero no quiere dejar las fantasías de niña, los cuentes encantados. Por allí es donde huye cuando no puede contra este mundo, cuando quiere salir a gritar, y no parar de hacerlo. Se esconde, con sus ropas de siempre y sus anteojos de intelectualidad. Se esconde de sol que la encandila, de la luna antipática que no le hace compañía en las noches de insomnio. Y si, a veces quiere gritar, a la vieja que baldea todos los días la misma vereda, a los niños que se adueñan de la calle con sus juegos, a las mujeres lindas y flacas que salen en la tele, a los perros que ladran por hambre, a los que ladran solo por vicio. Pero no grita, o no así, en lugar de eso baila, canta. Bajo una lluvia que apenas comienza se posa esta niña. Levanto los brazos al cielo nublado, cierra los ojos y sonríe. No sabe bien porque, pero le gusta hacerlo

Confesiones de un lunes nublado


Sonaba. Una y otra vez, y no paraba. Busqué el maldito botón del insoportable despertador, y no lo encontré. Sin abrir los ojos me estiré, y hasta gire de mi posición de dormida para alcanzarlo, y no pude. Me levanté
Miré mi reflejo en el espejo del baño, y me reí de mi cara, de mis pelos, de mi.
No quería vestirme, y no lo hice. Abrí de par en par las cortinas de la ventana de mi cuarto, y miré.
Desde el segundo piso podía ver toda la cuadra, incluso se visualizaba la plaza del centro, con sus juegos infantiles destrozados por el tiempo, con árboles pelados, sin hojas (no era invierno)
La mañana generaba en la gente algo raro. Todos corrían, con maletines y trajes de tela fina. Las madres llevaban a sus hijos arrastrando del brazo hacia la escuela. Los padres subían a los autos apurados por el reloj, y se olvidaban de saludar.
Y yo seguía ahí, observando el mundo, con mi pijama y un mate demasiado caliente (como siempre había dejado hervir el agua)
Una pareja de enamorados se despedían desde la puerta de una casa ubicada justo enfrente mío. Se decían palabras melosas, se miraban, se abrazaban, se saludaban y él empezaba a caminar mientras ella lo miraba irse con cara triste de novia. Y el volvía, le daba un beso, otro abrazo. Y se iba, y volvía. Lo repitieron unas cuantas veces. Hasta que por fin se fue, y deje de mirarlos.
En la esquina, el señor de las revistas charlaba con la mujer de Rubén, el dueño del taller de acá a la vuelta. No llegaba a escuchar la conversación, pero hubiera apostado que estarían intercambiando chusmerios y hablando mal de las chicas que viven al lado del taller. “Vuelven tarde, de madrugada, y siempre andan con algún muchacho distinto”.
Decidí dejar la ventana por un rato, fui a la cocina y agarre en tarro que me regalo mamá, ese que dice “yerba” con colores primarios. No era lindo, de hecho era un tarro bastante horrible, pero, ¿alguien se animo alguna vez a tirar el regalo de mamá? Yo no.
Además, se ponía contenta cuando me visitaba y lo veía. Insistía que a la casa, a mi casa, le faltaba color. Para mi estaba bien como estaba.
Arreglé el mate y camine por la casa cebando y tomando. Puse música, de la que solía escuchar con él. Me senté en el piso, en la alfombra. Y me quedé ahí largo rato. Con el mate, la pava y la música. Sabia que en un rato debía vestirme y salir al mundo, ponerme traje de tela fina y charlar con el señor del puesto de revistas. Pero todavía no, todavía era temprano. Era lunes y estaba nublado, todo indicaba que seria un día como el de ayer y, seguramente como el de mañana. Tranquilo, sin sobresaltos, sin noticias buenas ni malas. Un día, como todos. Lunes y nublado.
Pero no. No quise que fuera uno mas. Pensé y pensé. Me levanté de la alfombra, me vestí, corrí a su casa. Corrí rápido, demasiado. Llegue a la puerta y me detuve. Miré las ventanas grandes y viejas, la puerta de madera y la ventana. Y, mientras recuperaba el aire por la corrida empecé a darme cuenta que habían pasado 13 años de amistad. Muchos años juntos, todos los días, todo el tiempo y nunca me anime de decirle las cosas.
Toque timbre. Él abrió. Me sonrió, con esos ojos que me enamoraron por años. Y cuando se acercó para saludarme me corrí para atrás, me alejé y lo miré.
Te amo. Le dije. Y me fui.

tres minutos


En una hora saldrá el sol, los pájaros mañaneros van a cantar, la ciudad tendrá otro largo día de apuradas, bocinas, violencia, corridas, nenes pidiendo monedas y hombres con trajes caros , lindos autos y sin familia.
Pero todavía no. Aun me queda un pequeño rato para estar solo, con la noche y el silencio, con el humo del cigarro, el ultimo que queda.
Tomo el final del vaso. ya tampoco queda vino. Me tiro en la alfombra, al lado del ventanal. Me estiro. Los músculos, los huesos, el alma. Respiro, dejo respirar mi cuerpo.
Disfruto de estas pequeñas cosas. El viento que hace bailar las viejas cortinas, el sapo canta desparejo en el jardín vecino, del cielo lleno de estrellas, una junto a otra, como deseos, como sentimientos, como pequeños amores que están cerca pero no lo suficiente como para encontrarse, pero algo los une, un mismo cielo. Mirar mis pies, sucios, feos, viejos, pero míos. Recordar, personas, cosas, momentos, lugares, canciones, recuerdos, de los lindos, y sonreír, primero como una pequeña mueca y llegar hasta la mas fuerte carcajada.
Todavía quedan unos minutos para que amanezca. Quizá cinco, quizás mas, o tal vez menos, no interesa, pero todavía sigue siendo mi noche. La ciudad sigue tranquila. Algún que otro borracho canta canciones nostálgicas a la luna, algunos perros ladran y las hamacas de la plaza hacen ruido por el viento. Nada de eso me molesta, todo lo contrario.
La luna y mi sombra me acompañan, todavía soy dueño de mi silencio. En unos minutos todos saldrán a la calle empujando, gritando, con relojes que marcan sus vidas, que detienen sus sueños, que almacenan sentimientos y los guardan en un cajón donde están las cosas que ya no sirven, porque parece que hoy querer, respetar, amar, sonreír, llorar, cantar, es perder el tiempo.
Pienso en eso, en el mundo, en mi mundo, en la gente, en tantos besos que se pierden con los humos de las fabricas, con los sonidos de los autos, con los gritos del vendedor ambulante que hoy no tiene leche para sus hijos. Y pienso, y vuelvo a pensar, en mi , en todos y tengo miedo. Quizá mañana ya no estemos, quizá la tierra y el clima nos cobren por tanto daño, quizá sea hoy el ultimo día para decirle que la amo.
Pienso tanto, en tantas cosas, a veces creo que es un vicio. Pero todavía no, todavía no salio el sol, sigue siendo mi noche. Quedan tres minutos, amanecerá y todo será como siempre. Voy a dormir, a soñar con lindos recuerdos, son grandes sonrisas, con un mundo nuevo.

Reir


Era ya de tarcedita, hacia frío. Con los guantes negros, el gorro violeta y mochila de entrenar, esperé el micro bajo un farol que estaba intentando prenderse. La calle se encontraba vacía, ya había terminado el horario en que los chicos salen de la escuela.
Bajé el cordón y estiré la mano para frenar el colectivo. El recuerdo se me cruzó por la cabeza, pero fue una imagen rápida y solo hice una pequeña mueca, ni siquiera emití sonido, es imposible que alguien se halla percatado de que me estaba riendo. Hice un suspiro profundo, intente no pensar, hice fuerza para que la imagen no volviera, junté mis labios, los apreté con fuerza y me subí. Tanta fue la concentración para no reírme que el chofer tuvo que chistarme para que me acordara de pagar. Entre el apuro, la concentración y la imagen que quería volver, me había sentado directamente, sin poner las monedas en la maquina, sin boleto.
Pagué y fui hasta el fondo, en el medio de la ultima hilera de asientos, ahí donde no podes agarrarte de ningún lado cuando el micro frena y vas haciendo “saludito” en todas las esquinas, ahí me senté. No había otro lugar, salvo una señora con bolsas de mandados que seguramente se me pondría a hablar, perdería la concentración, volvería la imagen y… trácate!
Ahí solita estaba bien. Miré por la ventana, los autos, la gente, los locales cerrando. Y volvió! La imagen volvió y otra vez junté los labios, y en el preciso momento que miré para adelante para nuevamente intentar no reírme, la señora de las bolsas estornudó. Pero no cualquier estornudo, no fue de los que pasan desapercibimos, no, fue de los que hacen mucho ruido y que vienen con tanta fuerza que no podes evitar tirarte para adelante. Todas las verduras que llevaba en la bolsa rodaron por el piso y yo, que estaba sentada en el fondo luchando contra el recuerdo gracioso, no aguante mas, no pude soportarlo y me empecé a reír. El señor que estaba al lado, leyendo el diario me miró y también comenzó a reír, tal vez de mi o de la señora y las frutas que iban y venían por el pasillo. De repente, todo el micro estalló en risas, carcajadas, gente que probablemente no sabia exactamente de que de se estaba riendo, pero se reía. Éramos extraños compartiendo un momento feliz.
Desde ese día nunca mas aguante la risa, cada recuerdo gracioso que vuelvo lo dejo fluir, y me rió, sin importar lo mal que puedo llegar a quedar riéndome sola en un lugar publico, porque, con tanta tristeza y razones para llorar, siempre es lindo y sano reirse, aunque ni siquiera sepas porque.


((a los amigos, que siempre nos sacan una sonrisa))

Instante

Hace un instante pensé en vos,
en tu sonrisa, en tu forma de mirar, y sonreí
hace un instante quise tenerte conmigo, tenerte por ese instante y por el que sigue, y por todos los instantes que viene.
Y entonces recordé aquel instante, cuando nos despertamos abrazados, despeinados. Ya era mediodía, pero la habitación estaba oscura, las persianas cerradas no dejaban entrar el sol. Me diste tres besos, uno en cada cachete y otro en la nariz, te acercaste a mi oído. “estoy enamorado” dijiste y sonreí. El corazon se me lleno de eso que no podemos explicar con palabras, te di un abrazo de esos que no se olvidan. Nos besamos, hasta que cayo el sol. Cuando volví a despertarme estabas acariciándome los labios.

Cuentos de la abuela


Era todavía muy pequeña cuando la abuela me contó una historia que nunca mas olvidé. Estábamos sentadas frente al gran ventanal del comedor, donde todos los domingos después de comer y mientras el abuelo dormía, leíamos historias de amor, libros amarillos por los años y por tantas veces que han sido leídos. La biblioteca era inmensa, con mis pocos años y mi corta altura la veía aun mas grande de lo que en realidad era, ni siquiera con la silla podía alcanzar el ultimo estante, donde el abuelo guardaba los libros de filosofía.
El té de la abuela y mi plato de tostadas con azúcar reposaban en la pequeña mesa de madera ubicada enfrente, bien cerca, del gran sillón relleno de plumas donde nos acomodábamos para escuchar los pichones recién nacidos que llamaban a la madre desde la rama del árbol del parque.
- Hoy te contaré una historia sin dragones ni princesas – dijo la abuela mientras me soltaba las trenzas del pelo que mamá me había hecho por lo mañana. La abuela creía que para leer historias de amor había que sentirse lo mas libre, relajado y feliz posible. Me había escuchado decir una vez que odiaba las trenzas porque me hacían sentir atada, desde entonces cada vez que leíamos, me las soltaba y cuando mamá tocaba bocina indicando que volvíamos a casa, me volvía a armar las trenzas y el ritual terminaba.
- Esta historia no esta en ningun libro, solo tienes que escucharla- la abuela se acomodó los lentes, me acarició la cara y comenzó a narrar:

Había una vez un Amor chiquitito, muy muy pequeñito, que un día, y sin previo aviso, comenzó a crecer de a montones. Cada día, cada minuto, cada segundo que pasaba el Amor se hacia mas y mas grande. La mamá decía que era por comer tantas palabras dulces, el papá, en cambio, creía que eran tantos mimos diarios los que lo hacían crecer y engordar tanto. Al escuchar tantos comentarios, el Amor tuvo miedo. Creía que crecer tanto en tan poco tiempo era anormal, inentendible, inexplicable, que todos sus compañeritos, pequeños amores, se burlarían de él por ser tan grande. El Amor, no solo se hacia grande y gordo, sino que cada vez era mas fuerte.
Un año y medio después, el Amor ya no entraba en su cama, y no podía dormir, ya no entraba en la mesa, y le costaba mucho comer, ya no entraba en ningún lado de su casa, ya no salía de su casa, el miedo de ser un Amor tan distinto a cualquier otro amor conocido, lo aterraba.
Una madrugada, dicen algunos que fue domingo, el Amor ya no aguanto mas y se levanto mientras todos dormían, se acerco al espejo (la ultima vez que se había animado a mirarse todavía era un amor pequeñito) , se miró fijo a los ojos y se tomo unos minutos para recorrerse, para analizarse. Se vio entero, se sintió en lo mas profundo de si mismo. Le costo creer lo que el espejo le devolvió : era hermoso, era grande, puro, mas sano y fuerte y cualquier otro amor que halla conocido el mundo.
“Soy feliz!!!” gritaba el Amor por las calles mientras los otros todavía dormían. “Soy feliz, porque me he dado cuenta que nunca estuve enfermo, que no era malo ser como era, yo soy grande, gordo, fuerte!!!!”, suspiró por la emoción, tomo aire y continuo “ amo y soy amado!!!” , y el Amor nunca nunca mas volvió a tener miedo por ser grande, gordo y fuerte. Ahora pasea entre los pequeños amores, camina orgulloso, enamorado

Juego


Juego con mis pies, me río de ellos porque son feos, dedos largos y deformes.
Juego con mi pelo, me despeino frente al espejo y estallo en carcajadas por cada peinado que invento.
Juego con las sabanas, me tapo entera y imagino que paseo por el mundo, por grandes ciudades, recorro en calles enteras en mi cama.
Juego a ser niña otra vez y saco la bolsa de los juguetes, los desparramo por el piso, los ordeno y los vuelvo a desparramar.
Juego con la ropa, me disfrazo, pongo música divertida y bailo.
Juego con una pelota que da vuelta por mi cuarto siempre a punto de romper algún adorno caro.
Juego y soy feliz, sonrío y canto a los gritos porque se que lo hago mal.
Juego a que en el mundo no hay tristezas y abrazo una almohada vieja en honor a todos los amigos que tengo.
Juego a ser malabarista con naranjas y manzanas, todo se cae al piso mientras saludo a mi publico imaginario
Grito, fuerte, muy fuerte y extiendo los brazos al cielo mientras me empapo bajo una lluvia de marzo.
Juego, juego siempre y no dejo de hacerlo …

Tarde o temprano


Tarde para arrepentirse de todo las cosas malas que algunas vez hicimos; y si el lugar de arrepentirnos aprendemos de ellas?
Temprano para intentar entender el porque de nuestros fracasos; y si miramos también los logros?
Tarde para que el hombre le pida perdón a la tierra por hacerle tanto daño; y si juntamos ese papel?
Temprano, demasiado temprano trabajan los niños por no tener que comer; y si pensamos en nuestro granito de arena?
Tarde, muy tarde es el momento del día para relajarse y pensar; y si llamamos a ese amigo que hace tanto que no vemos?
Temprano, todavía es temprano, y nos quedamos 5 minutos mas en la cama; y si hoy
arrancamos en día sonriendo?

Tarde, nunca es tarde para decir te amo
Temprano, y volvemos a empezar …



((grandes momentos con grandes amigos))

24.12.08

el mas largo de los cuentos


Vuelvo a pisar fuerte cada vez que me invade el miedo y la nostalgia
y caigo en la cama rendida ante tanta realidad que duele
me levanto, una y otra vez, porque siempre tengo razones para hacerlo
agradezco y pido perdón, espero las disculpas y no llegan.. vienen y no las quiero
no quiero palabras sino besos, no quiero anillos…
quiero caricias, no quiero llantos , quiero abrazos y mimos.
no quiero tener que pensar mil veces las cosas, quiero ser ser , siempre ser y punto

Déjame recorrerte la mirada y soñar tres veces con tu boca
Permítame ser siete veces tu princesa
Quiéreme con risas, tardes de plazas y ocho lunas
Regálame el silencio mas profundo que deja dos huellas en la cama

Dame la mano fuerte y no hablemos de lo que callas
Cierra los ojos todas las veces que te beso, no quiero que pienses en nada cuando te tengo conmigo
Quiero ser mas que eso y me da miedo descubrirte o .. me da miedo descubrirme,
Déjame sola, ven conmigo, callemos a quien grita maldades..
Silencios y olvidos, no charlemos de la vida, hagamos que la vida nos cuente el más largo de los cuentos…

Me hice un té y me olvidé


Hice un té, de esos que tanto me gustan: manzana, canela y miel. El agua se pasó por demás, puse el saquito y la eché en la taza. Dejé que se hiciera bien el té y me fui a hacer unas cosas.
Empecé por leer unos cuentos que no me gustaron demasiado, me lavé los dientes, me solté el pelo enrulado por la trenza, me puse el pijama que inventé y camine el pantuflas por la casa, convencida que de algo me estaba olvidando.
Puse el cd que me regalaste, el primer tema lo pasé sin escucharlo, no se adaptaba a la situación. El segundo, lento y dulce, encajó perfecto para entrar en clima antes de dormir. Pensé en vos y me enamoré mas de tu sonrisa, y ahora que escribo y recuerdo el recuerdo, te vuelvo a pensar y otra vez me enamoro, ahora de tus manos.
Acomodé la ropa para mañana, aunque seguramente terminaría poniéndome otra cosa, caminé un poco mas en pantuflas, le puse agua al perro y no me esforcé demasiado en recordar que era eso que me estaba olvidando.
Me acosté, te mandé besos imaginarios de buenas noches, abracé la almohada y me dormí.
Dos horas después, serian como las 4, desperté de un salto: Me hice un té y me olvidé!!! el perro salto del susto por mi grito. Pensé en si estuvieras acá, te reirías y dirías que soy una exagerada, que es solo un té. Seguí durmiendo, ahora extrañándote.

alguien me dijo que esto es una buena manera de presentarme:


Manos que escriben historias mentirosas de príncipes que rescatan princesas de dragones rojos y fuertes…y prenden cigarrillos asquerosos y enfermizos…Dedos que rozan las piernas cansadas de ser todo el día dueñas del camino…Hombros rígidos de presiones que contracturas hasta el cuello…Oídos que no quieren escuchar otra vez la misma melodía… esos cantos de castillos y corceles blancos con ogros y bosques encantados…Sonrisa infinitamente infantil y serena, que no puede ni quiere madurar por miedo a perderse entre los silencios y los fríos de la ciudad verdadera.Pestañas que de tanto en tanto se mojan de recuerdos tristes o se humedecen de nostalgias adolescentes de egresados…Ojos que no se cansan de buscar el más hermoso de los paisajes, donde esté ese horizonte de campos y verdes pastos y tras ellos la razón para sonreír con ganas cada mañana, cuello con deseos y ganas de labios verdaderos, pechos blancos sin sol ni corpiños opresores, panza llena que no contenta al corazón pero lo hace sonreír un rato,